17 diciembre 2010

La terapia interminable.

En la revista Paula de este mes de Diciembre, aparece un artículo sobre el Proceso Fisher-Hoffman. Este es una terapia de 8 días, donde uno se aparta del mundo, y que fue creada en la década de los 60s, por Robert Hoffman. El psiquiatra chileno Claudio Naranjo formó parte también de sus inicios.
Lo mas interesante es que en el artículo se expone la opinión contraria al método de otro psiquiatra-psicoanalista al cual cito textual:
"Los sicoanalistas hemos aprendido que los cambios psíquicos duraderos, que suponen una evolución de la personalidad del paciente, lamentablemente para los timing de la cultura actual, pasan por un largo y arduo trabajo de 2 a 5 veces por semana por mucho tiempo (generalmente años), en la intimidad del espacio intersubjetivo entre paciente y terapeuta. Es muy probable que si alguien se somete a un tratamiento intensivo tipo Proceso Hoffman describirá un cambio relevante en su subjetividad, que con toda probabilidad, irá desapareciendo hasta extinguirse conforme el tiempo pase. Muy a pesar de las ilusiones que todos albergamos, nada hasta ahora puede reemplazar el enfrentamiento largo y trabajoso de una psicoterapia personal como herramienta de transformación profunda o durardera de la personalidad".
Me da lo mismo defender o no el proceso Hoffman y me da lo mismo que persona hace estas declaraciones. El asunto es que estas palabras reflejan una visión antigua y limitada del potencial humano, un paradigma bajo el cual muchos se encuentran atrapados.
A la vuelta el paseo.

Si seguimos la manera de pensar de esta opinión, que refleja la idea de muchos otros, significa que una terapia (sicoanálisis en el caso de quien las emite) debe tener de 2 a 5 sesiones por semana (¡), y debiera durar años (¡). Considerando que una sesión de sicoanálisis clásico cuesta en nuestro país entre 50 y 90 lukas la sesión, estamos hablando de mas de medio millón de pesos mensuales para arriba. O sea "el largo y arduo trabajo" significa un arduo y largo desembolso.
Me recuerda una historia que ya conté en un antiguo posteo:
Había una vez un tipo que tenía una pesadilla recurrente. Todas las noches soñaba con un enorme dragón que le perseguía y acosaba. Noche tras noche se repetía el dramático sueño.
Cansado e insomne, decidió consultar un especialista. El psiquiatra escuchó con atención la pesadilla  y le dijo a nuestro hombre que el caso tenía cura, pero que debía iniciar una larga terapia de varios años cuyo costo era de 8 millones de pesos.
El paciente se quedó pensando algunos momentos y le dijo al psiquiatra:
-¿Sabe doctor?, que por esa plata que me cobra, prefiero hacerme amigo del dragón mejor.

Pensar  "que sólo una terapia de años", es la única salida curativa para el individuo es empequeñecerlo en su potencial. No existe tampoco ninguna estadística en ninguna parte que demuestre que el sicoanálisis de años cure más que una terapia de otra orientación y que tome meses.
El tema es aquí el de la terapia interminable versus las experiencias de crecimiento que experimentamos y que pueden ocurrir en instantes. ¿Sólo se crece a través del diván o hay acontecimientos en la vida iluminadores que nos abren a nuevas posibilidades del ser?.
Hay terapeutas que fomentan la terapia sin fin, creando una dependencia del paciente por las sesiones. Si yo tengo un paciente por años, dejándome 500 lukas mensuales, pago de un toque con ese puro paciente mi dividendo y alguna cuenta.
Una terapia sin fin se reconoce porque hay un dejillo a estancamiento en ella, de no progreso. El paciente se siente a resguardo con su terapeuta, pero es mas el resguardo que da una madre, que acoge pero que no desafía, y hay una reiteración en las sesiones de temas y situaciones. Hay poco que decir. Paciente y terapeuta se convierten sutilmente  por efecto de la domesticación enseñada por el zorro al principito en buenos amigos. 
Por otro lado, la experiencia muestra que hay personas que no han ido a terapia nunca y han obtenido las herramientas de transformación de su personalidad a través de la propia vida. Los hechos que nos marcan, un libro, una película, una relación afectiva, cuando es masticada y se aprende de ella, valen tanto o mas que la terapia interminable.
Es innegable que el espacio de contención que genera la terapia es único, pero paciente y terapeuta deben estar siempre atentos a que esta no devenga en la terapia sin fin. Con algunos meses es suficiente. Y una vez a la semana si es que no hay emergencia. ¿Como vamos?, ¿avanzamos o no?, son preguntas que deben ser recurrentes en la terapia democrática.
Recuerdo un trabajo que realizaba en Brasil. Vivía en una comunidad terapéutica, al interior del estado de Bahía, en plena selva, con otros médicos y sicólogos. Venían personas en los feriados largos desde Salvador, a trabajar en algún tema. Un día llegó en el grupo otro médico que de inicio confesó que era alcohólico. Era un workshop, un retiro en que el tema central era el trabajo sobre lo masculino, el significado de ser hombre. 
Una de las noches tomé al grupo, y formando una larga fila nos dirigimos por un estrecho sendero bordeado de selva, hacia un pequeño río. Una vez allí comenzamos a subir el torrente saltando entre las innumerables piedras. Nos deteníamos y el  último de la fila era abrazado por todos y dejado allí en la oscuridad mientras el resto seguía río arriba. Diez minutos mas subiendo, el grupo se volvía a detener y el último que quedaba era dejado allí. Así quedaron los hombres esparcidos a lo largo del curso del río, solos y en la noche, sentados sobre una piedra y rodeados de selva. Cada uno tenía una linterna pero la idea era prenderla sólo en caso de emergencia o pánico. Si alguien se asustaba mucho, tenía la instrucción de descender 10 minutos y se encontraba a resguardo con el siguiente hombre. Yo que era el primero fui el que llego mas lejos río arriba, y me quede mas de 1 hora. Después volví a bajar y fui recogiendo lentamente a los hombres. Sacaban un oráculo en el encuentro. Los de mas abajo estuvieron 3 horas en la noche, algo que los guerreros acostumbrábamos hasta hace unos años atrás, pero que en la modernidad se olvida. 
De sacar huevos se trataba.
Ese evento en el medio de la naturaleza salvaje, fue inolvidable para nuestro hombre. Por primera vez sintió en la carne la oscuridad en que se hallaba por muchos años, y que ahora en lo real le rodeaba, y durante ese breve tiempo, sin embargo largo en el medio de la noche plagada de extraños murmullos , tuvo un proceso fuerte y definitivo. Muchas cosas le ocurrieron esa noche. Dos años después lo volví a ver, y había dejado el alcohol, y aunque siguió con terapia (antes de esa noche también la tuvo sin resultado alguno), esa vez en el río sintió que algo cambiaba irremediablemente y para su bien.
Por eso uno puede aprender tanto por procesos mas largos y lentos, pero también existen las transformaciones que ocurren como descarga eléctrica, como un rayo que nos alcanza, por eventos súbitos de la vida que nos marcan y que si somos resilientes determinan claramente un antes y un después en el ser y la conducta.



1 comentario:

  1. Cuando tenia como 18 años con mi hermano fuimos a mochilear al sur, estuvimos en la lago Ranco, completamente solos. Nunca olvidaré aquella experiencia, me sentaba en una piedra y contemplando el lago sentía una inquietud impactante de debilidad ante toda esa naturaleza impávida . Que fuerte son algunas emociones.

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