Un maestro le pregunta a su discípulo:
"Una gansa pone un huevo dentro de una botella. Tiempo después, el huevo se abre y aparece un pequeño ganso. ¿Cómo sale este último de la botella?."
El monje se retira a meditar. Veinte años más tarde solicita una entrevista con el maestro y le anuncia que ya resolvió el koan.
-¿Cómo lo solucionaste?-le preguntó el maestro
-El ganso salió-respondió el alumno.
En la tradición zen, un koan es un dilema que el maestro le plantea al discípulo para comprobar su avance. Son problemas ilógicos y absurdos. El discípulo debe dejar la mente de lado para resolverlo.
El problema del ganso mentalmente no tiene solución, y no la tiene porque es la propia mente la que nos llena de problemas y preocupaciones. Nos inventamos conflictos. Nos aferramos a ellos. Les damos vuelta una y otra vez intentando encontrar la salida. Pero es la mente la que los crea. Tres cuarta partes de los problemas son imaginarios. "Estoy solo". Busca a alguien. "Estoy encerrado". Sale. "Tengo miedo". No lo tengas más.
Si la mente se detiene un instante, la botella y el supuesto encierro del ganso desaparece y este queda libre.
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