Necesitamos respuestas. Tomamos a un amigo y le contamos nuestros problemas. Él nos responde desde su mundo, sus experiencias, no desde el nuestro. Entonces vamos donde el psiquiatra. El nos responde desde su entrenamiento profesional, nos hace clasificar en alguno de sus diagnósticos y nos medica. Entonces vamos a conversar con el cura. El nos habla desde su fe y sus creencias y nos las intenta traspasar.
¿Quien puede realmente ponerse dentro de nuestros zapatos?.
Nasrudín cuenta una historia:
Un día se cayó malamente por una escalera y quedó en cama con fuertes dolores en todo el cuerpo. Sus amigos lo visitaban para llevarle consuelo, y le decían cosas como: “gracias a dios no te rompiste ningún hueso” o “ya va a pasar el dolor”. Nasrudín, adolorido y desde la cama, les gritó a todos que se marcharan y lo dejaran tranquilo, y le dijo a su esposa que no dejase entrar a nadie a casa a menos que esa persona también se hubiera caído de una escalera.
Continúa a la vuelta.
Viví en el nordeste brasileño durante cinco intensos años y hace varios años atrás en el medio de un largo y ajetreado invierno santiaguino, me vino una crisis de “saudade”, nostalgia de un pasado caluroso, selvático y natural. Andaba recordando y pensando en Brasil a cada instante; cada café negro que bebía por aquellos días me producía un melancólico deja-vú. Entonces decidí hacer una prueba y reunir consejos sobre el asunto en cuestión, desde distintas fuentes.
Una opinión la recogí de un buen amigo siempre apasionado por las mujeres, que, sin embargo, se queja de su mala suerte en el amor: “He estado pensando en volver a Brasil” , le comenté. “¡Ah Brasil, compadre¡”, exclamó de inmediato, “¡que maravilla de país!; las playas de arena blanca, las mulatas cadenciosas, el agua de coco; esa raza de mujer sí que es fiel y dedicada completamente a su hombre. ¡Son geishas negras, compadre!”. Y continuó con un largo speech delirante sobre las múltiples ventajas de la mujer negra por sobre las chilenas..."Yo que tu me vuelvo", sentenció.
Otra opinión corrió por cuenta de mi dentista. Mientras ella hurgaba graciosamente uno de mis conductos dentarios, logré modular por entre mi adormecida lengua: “¡Stoy cons snostalgias des Brasils! “. “¡Ah Brasil!”, exclamó al tiempo que empuñaba uno de sus minúsculos trepanadores, “Brasil es E. N. C. A. N. T. A. D. O. R. La gente es súper cálida allá. Claro que ahora hay cualquier cantidad de sida: ¡los mas altos índices de América!”, y al decir esto, se miró suspicaz y de reojo sus guantes quirúrgicos manchados con mi sangre molar.
Al final, recabé oportunos consejos de unas diez personas. Lo interesante es que cada una de ellas proyectaba sobre Brasil los contenidos de su vida personal consciente e inconsciente. Era algo así como jugar a “dime qué te parece Brasil y te diré quién eres"... sabré de tus frustraciones y deseos. Alguien que manipula sangre todos los días ve la vida bajo el prisma de seropositivos y seronegativos; un amigo desilusionado de las relaciones de pareja hace un mapamundi con países de mujeres buenas y países de mujeres perversas, etc.
Entonces, ¿quien podrá ayudarnos?....
¿Stalin?... y no es broma, pues algunas personas obtienen sus respuestas de las directrices del partido y otras de su equipo de fútbol.
Una noche confundido aún con Brasil soñé lo siguiente:
"Camino por un bosque de áltos árboles, y luego cruzo una larga extensión de campo abierto. ¡Estoy en Brasil y voy en la dirección del valle donde residí varios años!. Cargo una mochila en mis espaldas. Llego a un pequeño pueblo constituido por una hilera de casas pobres de adobe a lo largo de una calle de tierra. El lugar luce miserable y seco y hay algunos niños. Me acerco a ellos y les pregunto el nombre del lugar. Aquí se llama "La Nada" me responden. Y yo continúo caminando por el campo, dejando atrás el poblado, y voy cruzándome con personas de raza negra. Me siento cansado y siento que no hallo lo que busco".
Si muchos sueños parecen complicados en su interpretación, hay otros como éste, que son simples y directos. El sueño responde mi inquietud regresándome a Brasil. ¡He vuelto!, pero vago sin rumbo fijo y nada de lo que se me cruza es conocido o me evoca un afecto. La clave la dan los niños que susurran el nombre al pueblo, y ¡vaya que hay que escuchar a los niños!: La Nada. O sea cero, conjunto vacío, ausencia de vida. La Nada la asocio con el libro de Michel Ende, La Historia Interminable, donde la Nada es el enemigo que crece devorandolo todo, lo real, el mundo conocido y dejando a los seres humanos sin deseos. Busco entonces algo en Brasil que ya no existe.
Así que ahórrate plata en medicamentos para el sistema nervioso, no enriquescas más de lo debido a las Isapres, conéctate con dios directamente y sáltate al cura, pregúntale lo estrictamente dental a tu dentista, sálete del partido, y cómprate hoy un cuaderno nuevo y bonito, déjalo en la mesa de luz junto con un lápiz, y a contar de esta noche comienza a anotar tus sueños, rica lava que sale de las profundidades donde mora el centro y que siempre tiene respuestas a mano.
En el El Arte de Soñar les contaré de las distintas teorías de la psicología sobre los sueños, de la visión mágico transpersonal, de como analizar un sueño, contaré sueños, y de los diferentes motivos, simbolos y arquetipos que en ellos aparecen, y que no nos remiten sólo a nuestra biografía sino que enraizan con la historia de la humanidad y del planeta.
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